Un día, Roberto fue por un camino, vio una cueva, y se encontró con un tigre vigilando la cueva. Roberto se asustó y le dijo:
- No me comas, ¡por favor!.
- Vale – le contestó el tigre. Roberto le dijo:
- ¿Tú hablas?- y el tigre le dijo que sí, que hablaba. Roberto le dijo:
- ¡Adiós!, me tengo que ir a mi casa.
Miguel
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