Cuando llegó la primavera al jardín de una niña se llenó de flores. Las margaritas, las rosas, las lilas, los claveles y los jazmines, todos discutían por querer ser la flor preferida de la niña, pero también todas estaban contentas por verse tan bonitas y gustar mucho a la niña. Sin embargo, los cipreses estaban muy tristes porque cada vez que la niña se acercaba a ellos le lloraban los ojos y estornudaba porque ellos tenían un polvito que le causaba alergia. Las flores no querían ver a los cipreses tristes ni a la niña con alergia, así que llamaron al hada de la primavera para que les diera una solución. El hada les dijo que llamaran a sus amigas las abejas para que recogieran polen de todas ellas y con ese polen de las flores del jardín hicieran una miel especial con mucho cariño para que la niña la tomara y así se pudiese curar.
Y así fue, y ya nunca más los cipreses estuvieron tristes y la niña ya no estornudaba ni le lloraban los ojos.
Ángela
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